MenosCuarto Ediciones
2013
218 páginas
En este libro compuesto por dos relatos largos, Ultramarinos El Pez de Oro y Naipe de Señoritas,
José Manuel de la Huerga los hace confluir en un mismo escenario Barrio
de Piedra, una ciudad castellana anclada a finales de los años 60
quizás los primeros 70 del siglo pasado, con topónimos que nos hacen
evocar principalmente Zamora, pero con reminiscencias de otras ciudades
vecinas. Pese a que en un momento dado se cruzan los personajes en Naipe
de Señoritas, los dos relatos son independientes y con un estilo de
escritura muy diferente: si en Ultramarinos, el estilo es muy
poético, con elipsis que el lector debe rellenar, y con metáforas y
evocaciones de lectura "no para cualquiera", en Naipe todo está
narrado con linealidad, con prosa diáfana de fácil lectura. En común,
además del escenario principal, poseen un trasfondo de juego de naipes,
con un uso distinto en cada una de las dos narraciones: quizás cartomancia contra fetichismo. En
todo caso la baraja es el consuelo de dos personas tristes al principio
de cada narración, personajes solitarios que después ya no lo son
tanto, redimidos al menos por la presencia de sus hijos, hijo e hija
respectivamente en cada relato, muy peculiares ambos, quizás fuera de lo
común.
Me
han gustado ambos relatos, por motivos diferentes. El primero por el
lenguaje, por la resonancia pessoana en sus personajes y en el escenario
lisboeta, por algunas
imágenes de mucha belleza; quizás me gustó menos la irrealidad de todo
lo que pasa, la perfección con que se cierra cada uno de los asuntos (el
viaje de Berta, el que siempre caiga de pie, el intento de suicidio de
Mada sin éxito, el extravío de Cachelo encontrado con éxito,...), aunque
se muestran abismos posibles, soledades, perfidias humanas en el
entorno de una gran ciudad como Lisboa, finalmente todo resplandece. En el segundo me pasó al revés: la figura de soltero empedernido, casposo y con olor reconcentrado de sudor de Félix, desarraigado
social como dice el propio autor en su epílogo, empezó a disgustarme,
pero la idea coincidente de cambios sociales en la ciudad con la
aparición de una de las chicas del naipe y
la suerte definitivamente cambiante del protagonista, me parecieron muy
acertados en la narración. Me gustó menos quizás también el cierre tan
redondo de cada uno de los asuntos planteados en la novela. No obstante
la imagen de la ciudad de provincias en los úlitmos años de la dictarura está
perfectamente descrita, y los sentimientos de los protagonistas, sus
motivaciones, la visión que de ellos tienen los demás me ha interesado
mucho.
En ambos relatos el
sexo cobra un papel muy importante, cambia la vida de los personajes
(Solitarios) principales en cada una de las narraciones; es una epifanía
para ambos, para Berta y para Félix, los hace acceder a mundos
distintos: a Berta a uno imaginario y un tanto onírico, y a Félix a una
deseada felicidad conyugal.
En
resumen, se trata de un libro con dos relatos de características muy
diferentes, poseía frente a realismo social, plagado de detalles
hermosos, de personajes reconocibles que se quedarán durante bastante
tiempo en mi cabeza, con ideas por doquier, y quizás, en mi opinión,
cerrado todo con demasiada pulcritud, con demasiada perfección.
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