Rey Lear
2011
72 páginas
Precioso
relato corto sobre las formas sofisticadas del placer. El tatuador
Seikichi disfruta del dolor que es capaz de producir en los demás
mientras los tatúa con gran habilidad y belleza. En su búsqueda de la
belleza, descubre unos pies de mujer de hermosura soberana y queda
prendado de su portadora aún sin saber a quien pertenecen. Tiempo más
tarde la reconocerá por azar en una aspirante a Gheisa y tatuará en ella
su obra maestra, transmitiendo simultáneamente su tatuaje al espíritu
de ésta bella mujer.
Me
han llamado la atención en el relato, las imágenes, pocas, unas cinco o
seis con las que el autor cuenta una historia llena de voluptuosidad,
llena de interpretaciones posibles, cargada de erotismo. Debo confesar
que los dibujos de Manuel Alcorlo, entrevistos antes de la lectura, no
me gustaron demasiado (quizás no los dibujos en sí, sino la estética del
artista), pero mientras leía el texto, esos dibujos se iban iluminando
por las palabras en una especie de sincronía entre el lenguaje y la
imagen dotándolos de vida y de significado. El libro es una joya de la
edición, un libro para disfrutar plenamente y leer y releer una y otra
vez. Con muy poquitas pinceladas, autor (y traductoras, claro está) e
ilustrador, consiguen trasladarte a un Japón mágico en el que el placer
alcanza niveles muy elevados.
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