Malas experiencias
Estaba ya muy cerca de mí, tanto que podía tocarla. Levantamos un brazo al mismo tiempo, y de forma sincronizada intentamos tocarnos las manos. Con idéntico gesto de horror, la figura y yo retrocedimos torpemente, nos giramos y salimos corriendo de la cripta.
Sin duda lo peor de todo fue darme cuenta de que allí había un espejo, y que el pasillo por el que avanzaba el encapuchado no era más que la imagen del pasillo que yo dejaba atrás. Es innegablemente terrible hacerse a la idea de que somos nuestras propias parcas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario