Novela de intriga
Planeta
2015
496 páginas
Rachel no levanta cabeza desde que su
exmarido la dejara hace dos años: bebe, ha perdido el trabajo, se avergüenza de
sí misma… Todos los días coge el tren que la lleva a su antiguo trabajo, porque
a su compañera de piso aún no se ha atrevido a decirle que la han despedido por
estar borracha.
El tren pasa por el barrio donde ella vivía
cuando estaba casada y desde su asiento siempre mira para ver el patio de su
antigua casa y el de l@s vecin@s. Se imagina vidas perfectas, amores ideales y
relaciones felices.
Cuando se entera por los periódicos de que
una de las mujeres que suele ver desde el tren ha desaparecido al día siguiente
de que la viera besarse en el patio con un hombre que no era su marido, decide
que la Policía y el marido deben saberlo.
A partir de ahí se involucra en la historia
hasta tal punto que descubre, muy dolorosamente, que las apariencias engañan y
que los recuerdos no siempre son de fiar.
Este libro es una típica novela de intriga
cuya trama la autora ha sabido trazar muy bien para que nos enganche desde el
principio y para que vayamos poco a poco descubriendo las motivaciones psicológicas
de los personajes.
Yo destacaría, primero, la forma original de
estructurar la historia a partir de las voces narrativas de las tres mujeres
protagonistas: Rachel, primero como simple espectadora, Anna y Megan. A través
de sus pensamientos la autora va tejiendo un puzzle que l@s lector@s vamos montando
para descubrir muchos secretos y comprender la sucesión de acontecimientos.
Y segundo, la temática de las relaciones
amorosas desde una óptica, a mi juicio, crítica con ciertos condicionamientos
sociales que colocan a la mujer en inferioridad de condiciones respecto al
hombre en las relaciones de pareja: la “obligación” de ser madres (y buenas madres), la “obligación” de estar guapas y ser
perfectas, la “obligación” de hacer feliz a la pareja a cualquier coste...
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