Alfaguara
2012
424 páginas
Una novela temprana de
Saramago, un extraño caso de un manuscrito entregado en una editorial,
no publicado y recuperado muchos años después, cuando Saramago era ya
famoso y un escritor consagrado. Él se negó a publicarlo en vida y dos
años después de su muerte, su viuda Pilar del Río, decidió que había que
publicarlo.
Es cierto que es un libro
muy bueno, que contiene muchas de las estructuras que harían del autor
un escritor único. El estilo es una especie de proto-estilo de lo que
sería la escritura del Nobel, y el argumento no deja de ser una mirada
llena de preguntas al mundo.
La acción se sitúa en la
Lisboa de 1951 o 52. Todo transcurre en un edificio en el que hay un
bajo y dos alturas, un total de seis viviendas en las que abre esa
claraboya para poder mirar desde arriba lo que sucede en ellas. Al
principio todo es como en una novela realista que podría haber estado
ambientada en el Madrid sórdido de esa época, pero poco a poco vamos
fijando la mirada, profundizando en cada familia, descubriendo sus
secretos, a través de algunos diálogos puntuales, o de consideraciones
que el autor hace o pone en boca de otros vecinos del inmueble.
La trayectoria vital de
ese edificio humilde, pero con vistas al río Tajo, la apretura de cada
familia, las relaciones de poder en cada vivienda, el papel formalmente
sumiso de la mujer en esos años, la fealdad, la bondad del zapatero
filósofo, Silvestre, que ocupa uno de los bajos con su mujer Mariana,
todo eso configura un universo en el que uno queda atrapado mientras
dura la lectura de este libro, a veces perturbador, a veces indiscreto.
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